viernes, 15 de junio de 2012

Marqués de Cáceres Reserva 1996

No es muy frecuente que traigamos al blog referencias vinícolas tan alejadas de lo que hoy es habitual en los mentideros del vino. Las guías, revistas y websites nos aturden con vinos de la nueva ola con fruta Marqués de Cáceres Reservasobremadura, barricas nueva de tueste alto y graduaciones que rozan el 15% alc.vol.
Para alguien que se crió con Imperial y Viña Ardanza, que luego renegó del clasicismo riojano y que ha ido pasando por Jumillas, Bierzos, Toros, Riberas, Priorats, traer un humilde Marqués de Cáceres es, créanme, motivo de auto-desconcierto.
Una primera sorpresa con el Reserva de Marqués de Cáceres me sucedió con el Reserva 1994. ¿Dónde está la suciedad? ¿el pelo de perro mojado? ¿la silla de montar? Allí no había más que fruta en sazón, un vino equilibrado, sabroso, largo, con todo en su sitio. Compré varias botellas (a 12 euros) de las que aún me queda una.
El Reserva 1995 lo dejé escapar, porque una botella que probé no me causó la misma impresión que el 1995. Pero cuando llegó el 1996 a los anaqueles, no pude resistirme y comprobé asombrado que, a pesar de llevar casi 9 años desde la cosecha, me pareció que tenía una potencia de fruta que hacía pensar en un 2004 y no en un 1996. Así que compré unas botellitas, que al fin y al cabo el precio tampoco era muy elevado (13 euros).
La semana pasada abrí una y comprobé que está asombrosamente bueno. Es el prototipo de un vino fino de Rioja. Sin gochadas. Sin suciedades. Sin oxidarse. De cuerpo medio (ni falta que le hace tener más cuerpo) y un precioso color que no muestra ni un signo de evolución. Con un 13% alc.vol. se disfruta sin esas notas tan comunes de mentolados, torrefactos, etc, tan en boga hoy en día.
Particularmente, con cada buena añada en el mercado, me permito comprar una botella de las grandes casas Riojanas y, aunque hay veces que te preguntas "¿cómo habrán logrado hacer un vino tan malo en una añada tan buena"?, otras te dan ganas de comprar varias cajas y disfrutarlas tremendamente a un precio impensable en un vino de nuevo cuño. Seguimos esperando al Contino 2001.

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