lunes, 11 de junio de 2012

Diez grandes champanes rosados 


La digestión de uno de esos almuerzos, de porciones y pringues tan contundentes como 'tradicionales', requería del alivio que suele proporcionar un buen garbeo. Y qué mejor pista para ello que los parques y bulevares parisienses en una apacible y soleada tarde. Más adelante, con el ocaso, tendría que regresar al hotel y atender una sonora cata de champanes rosados, las 'cuvées' más prestigiosas de las grandes casas de Champaña. Aunque se ejecutase a ciegas, iba haciendo cábalas con las bellas muestras que debería afrontar: Dom Perignon, Krug, Grande Dame, Cristal, etcétera... Fue en ese punto cuando un piquete de gendarmes interrumpió mis pasos y devaneos de forma inopinada y un tanto intimidatoria. Debidamente identificado y libre ya de toda sospecha, aquel suceso tuvo la virtud de devolverme al reloj y a la vida misma, esa realidad 'caliente' que París oculta tras sus elegantes fachadas y avenidas, no quedándome otra que abandonar a toda prisa el lugar de autos, tomar el metro y dirigir mi nariz hacia los salones del hotel Baltimore. Allí, cómodamente cobijado en una sala de espera, fui avisado al poco rato: "Monsieur, entrez , s'il vous plaît". Había sonado la hora de la verdad, la de poner manos a la obra y puntos sobre las íes.

Pero como todos ustedes saben, la operación de cata comienza más bien y en primer lugar poniendo la vista y la más atenta de las miradas a través de los cristales, Riedel de nombre, y adivinar de paso el sentido que delatan los distintos matices cromáticos del vino, que van en este caso del rosa pálido de sus ejemplares más equlibrados, al naranja de los más maduros y al rojo frambuesa de los más jovenes.

La degustación de grandes champanes supone siempre un agradable reto que muestra, de una parte, el excelso nivel de calidad del producto y de otra los elementos diferenciales que caracterizan a las grandes casas productoras. Desde un sobrio, singular y aristocrático Cristal Rosé, esencialmente distinto a un precoz y exuberante La Grande Dame; del seductor perfil aromático de Dom Perignon, cuya fragancia trae ecos inmediatos del terruño sagrado de Vosne-Romanée, a la madurez sublime y delicada de Dom Ruinart, un vino que presta a la palabra 'grandeza' su sentido más cabal.

Por cierto que son contadas las oportunidades que nos brinda la fortuna de libar tan preciosas gotas y burbujas, asociadas a menudo, según moralista de turno, a la decadencia de la noche o con el lujo y fasto de una clase social decadente y trasnochada. Allá películas! Crean conmigo que lejos de esas imágenes de fotonovela, no hay mejor lugar para estos vinos que la buena mesa, la ocasión más propicia y la compañía más amable. Sus precios suponen, por descontado, un esfuerzo extra pero altamente decoroso y rentable: se trata, en suma, de grandes vinos, muy complejos, que pueden y deben guardarse a la espera del mejor momento y de la ocasión más entrañable y meritoria.

1990 Dom Ruinart Rosé

La gama de vinos de Dom Ruinart se caracteriza en general por el notable predominio que le confiere la chardonnay, razón de su elegancia y de las diferencias con respecto de otros estilos más apoyados en la frutosidad y estructura derivadas de la pinot noir. El 85% de esta 'cuvée' es de chardonnay procedente de viñas muy seleccionadas. El resto, 15% vinificado por separado, es pinot noir procedente de Verzy y Verzenay. Otro dato diferenciador con respecto de otras casas es que Dom Ruinart sale y se comercializa más tarde que ninguno. Esta vez, frente a los nueve restantes de la tanda, debo constatar la prodigiosa evolución que protagoniza en copa, su extrema complejidad y el amplio abanico de sensaciones que desarrolla. A día de hoy acaba de superar su etapa más joven y afrutada para evolucionar y brindar deliciosos halagos de chocolate, cereza, pera madura y leves notas de melaza que nos traen recuerdos del estilo más maduro de Borgoña. Magnífico en boca por amplitud, mineralidad, frescura y delicada cremosidad que desembocan en un final muy largo y persistente, rico en matices e irresistible. Como ya hemos apuntado, su mejor homenaje no es otro que la buena mesa, cortejando por ejemplo una carrillada de corzo asada al punto y setas de temporada. 9,5/10.

1996 Billecart-Salmon, Cuvée Elisabeth Salmon Rosé

Se trata de un vino un tanto especial, una cuvée creada en 1988 en homenaje a Elisabeth Salmon, fundadora de la casa en 1818 junto a Nicolas F. Billecart. Se compone a partes iguales de pinot noir y chardonnay. Un 10% del pinot procede de Mareuil-sur-Aÿ y se vinifica por separado como tinto tranquilo. Expresa cabalmente el carácter de gran añada y se comporta como modelo de esos champanes jóvenes que conjugan a las mil maravillas intensidad frutal, textura cremosa y una formidable acidez muy a pesar de la fermentación maloláctica. Dentro de las medidas y volúmenes de Champaña, se trata de una producción un tanto limitada de unas 20.000 botellas en total. Rosa pálido, brillante, su perfil aromática aparece dominado por notas muy logradas de carácter mineral, frambuesa, limón y durazno. En boca se muestra cómodo, amplio y envolvente, de marcada acidez, largo y complejo. Disfrute y acompañe esta botella con una zarzuela de marisco o un decadente risotto con bogavante. A buen punto hoy, puede ser guardado durante muchos años, a la espera de una de esas ocasiones que se pintan calvas. 9/10.

1995 Dom Perignon Rosé

Hay pocas cosas en la vida ante las que se subleve y rompa techo el nivel de nuestras expectativas. Esa es la sensación que siempre me invade ante una botella de Dom Perignon Rosé. Es éste un champán tocado de veras por aromas de lujuria de bayas rojas, expresión auténtica de la mejor calidad frutal del pinot noir. Una grandiosa sensación aromática inunda la nariz con halagos de fresa silvestre, frambuesa y cierto toque sensual y carnoso. En boca dominan primero esas mismas notas para dar paso después a los tostados tan típicos de Dom Perignon. La acidez aparece al final de boca, perfectamente integrada y delicadamente arropada por la cremosidad de sus burbujas. Deje muy largo, complejo y cambiante con esas notas exuberantes de pinot que tanto recuerdan a los grandes vinos de Borgoña. A guardar largos años. 9,5/10.

1999 Comtes de Champagne Rosé

La degustación de este champán de estilo joven e intensivo, reviste siempre cierta curiosidad. Se compone de 70% de pinot y 30% de chardonnay. El 10% de pinot, vinificado por separado como vino tranquilo, procede de Bouzy. El chardonnay es de 'grand cru' de los municipios de Côte de Blancs. Su crianza es al menos de cinco años sobre lías anteriores al degüelle. Muy joven, de rosa intenso y de una burbuja tersa y vital, destaca mineralidad y bellos aromas de fresa silvestre y frambuesa. En boca es carnoso, intenso y muy fresco, limpio y afrutado, largo y elegante. Muy abierto y expresivo pese a su juventud, podemos guardarlo por largos años sin ningún cargo de conciencia. Pero si nos da por lo contrario, preparen un carpaccio de atún con caviar y huevos de codorniz. 8,5/10.

1996 Cristal Rosé

De los diez de la serie, éste exhibía la capa más pálida a la par que el brillo más intenso, además de la magia de sus aromas. Al primer sorbo me sentí completamente vendido: Qué magnífico vino, señores! Cristal rosé es el producto más singular de Louis Roederer y su excelsa calidad se debe sin duda a los bajísimos rendimientos de un pinot viejo de Cumières. Su corta maceración añade una dimensión extra este vino. Se compone de 70% pinot y 30% chardonnay. Su crianza es de cinco años sobre lías y seis meses más posteriores al degüelle. De añada inolvidable, presenta el equilibrio más logrado de la tanda, una perfecta identidad entre notas aromáticas y gustativas. Rosa pálido, brillo intenso y aromas pletóricos de frambuesa, melocotón, limón, almendra tostada y trufa. Potente a la vez que delicado, de cristalina acidez acariciada por una textura cremosa que pone música al paladar. Soberbia desgustación y grato recuerdo! Si la ocasión se presenta, no dude nunca en comprarlo y menos aún se olvide de invitarme si lo acompaña con bacalao fresco al vapor sobre crema de ostras y espárragos. 10/10.

1997 Belle Epoque Rosé

Bella presentación: botella de vidrio transparente decorado de motivos florales de Emile Gallé. Belle Epoque rosé es otro champán dominado por las notas de nobleza y elegancia derivadas del chardonnay procedente de Côte de Blancs más una pequeña porción de pinot vinificado como tinto tranquilo, lo que presta al conjunto deliciosas notas de bayas rojas y espléndida estructura. Un vino, en fin, que niega la presunción de no poder hacer grandes champanes a partir de la calidad de añada de 1997. De rosa intenso muy atractivo, se impone desde el primer momento a base de equilibrio, frescura y sensualidad, con espléndidos aromas de frambuesa, grosella, fresilla, cítricos y bollería. En boca se muestra amplio y envolvente, muy afrutado y fresco. Un champán más accesible que el resto de la tanda, que ofrece lo que promete. Perfecto con sushi de atún y vieiras. 8,5/10.

1997 Laurent-Perrier Cuvée Alexandre Rosé

Un maravilloso champán que hará llorar de alegría a los hinchas más incondicionales de pinot noir. Se trata, pues, de una cuvée un tanto especial creada por Bernard de Nonacourt en 1987 para celebrar la boda de su hija mayor. 80% de pinot seleccionado de viñas muy mimadas de Ambonnay, Bouzy, Louvois, Verzenay y Mailly. El chardonnay, responsable de su finura y elegancia, procede, en cambio, de Avize, Cramant, Chouilly y Mesnil-sur-Oger. Criado, según calidad de añada, entre cinco y diez años en sus lías, presenta un color rosa intenso y una burbuja exquisita.
Generoso de aromas con caricias de frambuesa, fresilla y albaricoque sobre fondo mineral. Muy fresco y sobrio en boca con seductores toques de bayas rojas, amplitud sobrada y largo deje. Delicado y equilibrado en conjunto, como anillo al dedo para un pot-au-feu de pollo trufado. 9/10.

1995 La Grande Dame Rosé

He aquí un ejemplar de la cuarta edición, añada, de este 'raro' champán. Se produjo con anterioridad en 1988, 1989 y 1990. Recuerda mucho en estilo a la cuvée blanca de la casa, dominada en gran medida por el mejor pinot procedente de Verzy, Ambonnay y Aÿ. Su chardonnay viene de Mesnil-sur-Oger, Avize y Oger. Esta cuvée rosada contiene un 15% de pinot de Bouzy, también vinificado por separado y como tinto tranquilo, que le presta un color precioso además de deliciosos aromas y sólida estructura. Su crianza es de seis años en sus lías. Resultó el vino más maduro de la tanda con notas de fruta dulce y exuberante de carácter. Un perfil aromático pleno de frambuesa madura, miel, melocotón y albaricoque. Poderoso en boca, con más extracto que acidez, cremoso y evolucionado. Largo y cambiante en final de boca, con más fruta y notas tostadas. A servir con una buena crema de marisco. 8,5/10.

Krug Rosé NV

Krug es Krug y, como en otras catas, el champán más vinoso de la tanda. Vinoso, claro está, en sentido positivo, como el que más pueda parecer y recordar un grandioso Montrachet, con ese carácter mineral tan explícito y un estilo de pinot que tanto se acerca a lo mejor de Chambolle-Musigny. De una acidez que se expande y acaricia a las mil maravillas y de una tonalidad mineral muy marcada, Krug Rosé es otra de esas rarezas de Champaña. Su primera cuvée si hizo en 1983. La expresión 'multi-vintage' (MV) le iría mucho mejor que 'No-Vintage' (NV) para describir la amplitud y complejidad que ofrece este vino. De rojo cobrizo y delicada burbuja, es generoso en aromas con toques complejos de cítricos, fresilla, mantequilla y bollería, tonos minerales y muy carnoso. Amplio y arrebatador en boca, de marcada acidez y especiado en un largo y refinado final de boca que nunca acaba. De gran guarda garantizada. 9,5/10.

1996 Cuvée William Deutz Rosé

Este maravilloso champán se mostró también muy abierto y accesible a pesar de ser fruto de una añada tildada de dura y sobria. Me agradaron en extremo su deliciosa fruta de pinot y su delicada estructura. Se trata en realidad de una selección de cuvées, de viñas 'grand cru', con un 75% pinot noir y 25% chardonnay. Rosa pálido y burbuja apretada, ofrece un preciosista mosaico aromático de frambuesa, grosella, chocolate y tabaco. Sabroso y complejo en boca, maravillosa acidez y afinada cremosidad. Deje largo y pleno de matices, bayas rojas y especias. Maduro y en plena forma para acompañar una 'linguine' con nata, guisantes y cigalas a la plancha. 9/10.

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